su perfume, la brisa del ocaso
cabalgaba infinito sobre el estéril mundo atormentado
sobre el mundo atormentado por el miedo y el deseo
entre el mundo atormentado por su propia debilidad
cabalgaba
cabalgaba
Sus manos aferraban las riendas de seda sin titubeo
su rumbo era extremadamente seguro
Llevaba mil años esperando, y ahora, cabalgaba.
Si lo hubieses visto entonces te habrías detenido durante un instante. Habrías percibido en su perfume la brisa del ocaso y habrías sentido una sensación extraña, de vacío. Luego habrías comprendido que todo estaba llegando a su fin, pero, cuando su silueta hubiese abandonado el horizonte esa certeza comenzaría a abandonar tu memoria, como el efímero recuerdo de un sueño.
Había llegado el tiempo de que él cabalgase. Sabía que algunos lo estarían esperando; pero no la mayoría.
Me encanta lo de Llevaba mil años esperando, y ahora, cabalgaba.
ResponderEliminarParece una frase simple, pero me sugiere muchas cosas. Sí, me encanta.
Y además me alegro mucho de tu regreso a este blog. Se agradece poder leer algo tuyo de vez en cuando, aunque también he de decir que me habría gustado mucho más si te lo hubiese oído leer a ti... Regresa al Aula, por favor.
¡Un beso!
Y a ver si repetimos otro viernes de esos sin coherencia alguna...
No merezco a una comentarista tan genial como tú, gracias por venir y darle vida a mis palabras (a veces pienso que caen como losas en el vacío estéril).
ResponderEliminarHe pensado que estaría bien ir el viernes que viene. Y así os veo a TODOS.
Los viernes sin coherencia son mi especialidad, me encantó pasar el último contigo.
Besos de colores!