domingo, 21 de noviembre de 2010

Admiración en el diamante vacío

Desolación.
No te encuentro.
Aunque antaño gustaste de ligarte a mi existencia.
Desolación.
Hoy sólo habitas mi recuerdo, recuerdo temprano sin embargo.

Desolación.
Casi he llegado a acostumbrarme a tu presencia
Y mentiría si dijese que no espero encontrarte en el futuro,
En el futuro próximo.
Pues me has acompañado fielmente desde largo tiempo.

Y te espero.
Como se espera que llueva en un mes de otoño,
Como algo inevitable, casi con indiferencia, u obligada resignación.

Desolación, volverás.
Y transmutarás mi alma convulsa a tu antojo. Y profanarás los pequeños lugares que mi inocencia construye.
Pero no te lo llevarás todo contigo.
No esta vez.

No te llevarás mi amor.
Desolación.
Y cuando partas, cuando decidas que mi corazón ha tenido suficiente y está ahíto de penas y de llanto.
Él quedará.
El amor que ahora siento. Permanecerá incólume.
Desolación, querida amiga.

Desolación.

2 comentarios:

  1. ¡Qué bueno!
    Me veo obligada a decir algo prohibido: me gusta. No lo puedo evitar.
    Me gusta la sensación de resignación o incluso de derrota que transmites hacia la Desolación... y sin embargo ese final esperanzador...

    ¡Muy buen poema Santi!

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  2. Miles de gracias. Celebro que te guste. Este es creo, de los poemas más claros que he escrito. No sé si yo lo consideraría esperanzador, pues la desolación no va a renunciar a reclamarme... puede ser, puede ser.

    Besos delíricos.

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